Una de las cosas que posiblemente os sorprenda más de Marrakech es la calidad de su gastronomía, el sabor especial de los productos que se emplean en ella y el buen precio al que se puede comer en muchos restaurantes de la localidad y los alrededores. Hay gente que se queja de que quizá la variedad de tipos de comida no sea excesiva, pero la mayor parte de quienes visitan Marrakech salen encantados de ella.
Qué comer en Marrakech
En las cartas de los restaurantes de Marrakech hay una serie de platos que se repiten en casi todos ellos: por una parte, los tajines, las brochetas y carne a la parrilla, los cous-cous y las hariras o sopas. En realidad, la base de todos estos platos es muy básica, por lo que la gran variación es la guarnición o el acompañamiento con el que se presentan.El tajin es, quizá, el plato más típico de Marruecos. Su nombre viene dado por el utensilio en el que se cocina, una especie de cazuela plana de barro con una tapa cónica abierta por arriba que se deja al fuego durante bastante tiempo hasta que los alimentos se cocinan gracias al vapor del agua y sus propios jugos. Es una cocina bastante sana. Por lo general, el ingrediente principal del tajin es la carne de cordero y las grandes diferencias llegan posteriormente, con los ingredientes que lo acompañan, que básicamente suelen ser verduras variadas, aunque también hay variantes como las que incluyen frutas desecadas con frutos secos.
También es muy frecuente encontrar distintos tipos de carne a la parrilla. Evidentemente, al tratarse de un páis musulmán, la carne de cerdo no se vende, por lo que casi toda la carne que se come es de ternera, cordero o pollo. Las brochetas de pequeños cubos de carne nos muy típicas, como también lo son los preparados a base de kefta, una carne picada que se presenta normalmente en brochetas o en forma de albóndigas. También hay posibilidad de probar las salchichitas de cordero.
Los cous-cous son también un plato tremendamente típico de Marrakech. Su elaboración no tiene mucho misterio. La base del plato es la sémola de trigo y a él se incorporan otros ingredientes asados y salsas para incrementar el sabor. Los de verduras y los de pollo tienen un sabor excelente.
Y la harira, por su parte, es una especie de sopa de verduras que, caliente, entra fenomenal en el cuerpo en los días fríos del invierno. Para el verano, casi mejor tomar la típica ensalada marroquí a base de tomates, cebollas y perejil picados en cuadros muy pequeños.
La gastronomía de Marrakech se completa con una serie de productos típicos de los que se puede disfrutar en muchas circunstancias. Es muy frecuente encontrar zumos naturales en bares y restaurantes, además de en los puestos destinados a ello en la Plaza Jemaa el Fna. En los restaurantes y algunos bares, también es frecuente encontrar batidos con leche y frutas. Los frutos secos y similares también son habituales y populares, así como las exquisitas variedades de aceitunas aliñadas. La pastelería, a base de almendra, también es excelente. Y, como no, la bebida típica nacional está presente en todas partes: el té verde con hierbabuena.
El pescado, aunque es frecuente encontrarlo en mercados callejeros y vendedores ambulantes, no es especialmente frecuente en los restaurantes. Eso sí, si el viajero se acerca a Essaouira, verá que es una especialidad y que puede comer todo tipo de pescados y maricos casi recién pescados por poco dinero.
Dónde comer en Marrakech
Así como Marrakech tiene dos formas de vida distintas, según se viva en la zona antigua y la Medina o en la zona nueva de Gueliz, también tiene varias clases de restaurantes según se esté en una u otra parte de la ciudad.En Gueliz y la ciudad nueva, lo más normal es encontrarse con restaurantes y cafés de estilo occidental, carta que combina platos tradicionales marroquíes con especialidades occidentales y precios similares a los que podría haber en España. Es frecuente encontrar restaurantes de diseño y especialidades extranjeras en esa zona y el alcohol en estos restaurantes es bastante habitual. La mayor parte de los restaurantes de lujo de la ciudad están aquí y buena parte de los de nivel medio. Hay restaurantes de muy buen nivel en la zona de las avenidas Hassan II y Mohammed V, cerca ya de la Plaza 16 de Noviembre. Es una zona ideal para cenar antes de salir a alguna de las zonas de ocio nocturno de la ciudad o si se está cansado del tipismo marroquí y se quiere un estándar más europeo.
En la zona más antigua, la Medina, la oferta de restaurantes se concentra, principalmente, en las proximidades de la plaza Jemaa El Fna. En los zocos, la mayor parte de las callejuelas están ocupadas por tiendas y, con muy raras excepciones, hay pocas posibilidades para comer. La más destacable- y muy interesante, por cierto- es el Café des Épices, que está situado en una de las pocas plazas que se abren dentro de los zocos. Tiene la posibilidad de ofrecer comidas ligeras, pero lo mejor de todo es subir a su terraza, tomar algo en ella y ver desde allí todo el bullicio de los zocos.
Los edificios que bordean la propia plaza Jemaa El Fna tienen prácticamente todos restaurantes en su piso inferior, además de en varias plantas adicionales y azoteas. Este tipo de restaurantes no son especialmente lujosos ni tienen una comida excepcional, aunque su ubicación hace que sean, por lo general, bastante más caros que los que hay en las calles vecinas. Eso sí, la posibilidad de disfrutar de la vista del bullicio de la principal plaza de Marrakech desde la tranquilidad de una azotea los hacen bastante especiales. De todos modos, recomiendo cenar en otro lugar y subir a la terraza para disfrutar de la vista tomando un refresco o un té, posterormente. Gastronómica y económicamente resulta mejor.
A pocos metros de la Plaza Jemaa El Fna hay dos calles muy populares para comer y cenar en restaurantes entre los turistas y los locales. La frecuentadísima calle Bab Agnaou, que parte del extremo sur de la Plaza Jemaa El Fna, dispone de muchos hoteles turísticos y restaurantes en las terrazas con precios moderados, gastronomía típica marroquí y la posibilidad de disfrutar de la tranquilidad de sus azoteas, con vistas hacia la animada calle y otras zonas del centro de la ciudad. Hay muchas opciones de carta y precios, por lo que es mejor recorrer toda la calle mirando las cartas que hay en las entradas de los edificios para ver cuál compensa más por precios o menú. En nuestra opinión, el mejor de los que encontramos fue el Café Sésame, con buena comida, precios muy razonables, decoración cuidada y una zona chill-out en la terraza donde relajarse tomando una bebida. Es muy poco frecuente encontrar restaurantes donde sirvan alcohol en toda la Medina, pero los muy pocos que hay están en esta zona.
Por su parte, la paralela Rue Beni Marine acoge restaurantes mucho más populares y mucho más frecuentados por los locales, además de con comida más tradicional y más baratos. Es verdad que aquí no hay terrazas con vista panorámica y los restaurantes ocupan la parte baja de los edificios, pero son la manera más práctica de mezclarse con los habitantes de Marrakech y comer lo mismo que ellos. El Restaurant Populaire, en el número 35 de la calle, es especialmente típico. Quizá sea mejor para la comida que para la cena, pero eso va al gusto de cada uno.
En la calle Beni Marine, cruzando hacia el sur la Rue El Mouhaidini, está también la Patisserie Marrocaine, donde hay una excelente repostería y se pueden saborear zumos naturales y batidos de muchas frutas.
Quedan también, dentro del capítulo de restaurantes típicos los puestos que ocupan todas las noches la parte principal de la plaza Jemaa El Fna. Están todos pegados uno al lado de otro y con apariencia parecida: pequeños bancos corridos de madera alrededor de unas mesas que están junto al cocinero, que prepara los platos al aire libre. No tiene pérdida. Se les encuentra inmediatamente por el humo que desprenden las cocinas y las muchísimas luces que los alumbran. No es especialmente turístico y es frecuente compartir mesa y mantel con los habitantes de Marrakech. La comida es muy barata, pero los platos son menos elaborados y las raciones algo menores que en los restaurantes. Es una buena opción para quien quiera probar varios platos.
En la Kasbah hay también algunos restaurantes en la avenida principal, la más cercana a las tumbas Saadinas. Están bien para comer si se está de paso, pero no merecen la pena si se va sólo allí a comer. También hay muy buenas pastelerías.
Finalmente, en la Plaza des Ferblantiers hay un par de restaurantes buenos y tranquilos, así como algunas terrazas bastante turísticas y con menos bullicio que en la parte más céntrica de la Medina.